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                                    138el profeta muhammad en la bibliaEs evidente, por lo tanto, que la naturaleza del islam consiste en ser el único y verdadero Reino de Dios sobre la tierra. Allah ya no necesita enviar a mensajeros y profetas para transmitir Sus oráculos y mensajes a los musulmanes como solía hacer con Israel y otros pueblos hebreos, porque Su voluntad está completamente revelada en el Sagrado Corán y grabada en la mente de Sus fieles. En cuanto a la formación y construcción del Reino de Dios, deben destacarse, entre otros, los siguientes puntos:a) Todos los musulmanes forman una nación, una familia y una hermandad. No hace falta que detenga a mis lectores en este punto teniendo en cuenta las distintas citas existentes en el Corán y la tradición profética al respecto. Hemos de juzgar a la sociedad musulmana, no como se presenta en la actualidad, sino como era en la época de Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz) y sus sucesores inmediatos. Cada uno de los miembros de esta comunidad es un trabajador honesto, un soldado valiente y un creyente y devoto ferviente. Todos los frutos del trabajo honesto corresponden por derecho a quien se los gana; sin embargo, la ley islámica hace imposible que un verdadero musulmán sea excesivamente rico. Una de las cinco prácticas obligatorias en el islam es el deber de dar limosna ya sea voluntaria, sadaqa, u obligatoria, zakat. En tiempos del Profeta y de los cuatro califas, no había ningún musulmán que fuera excesivamente rico. La riqueza nacional iba a las arcas públicas, llamadas bait al-mal, y no se dejaba que ningún musulmán pasara necesidad. El mismo nombre musulmán significa literalmente ‘alguien que hace la paz’. No puede hallarse a ningún otro ser humano más dócil, hospitalario, inofensivo y pacífico que un buen musulmán. Pero en el momento en que su religión, honor y propiedad son atacados, el musulmán se convierte en un fiero enemigo. El Corán es muy preciso en este punto: «Pero no cometáis excesos. Allah no ama a los que se exceden» (Corán 2:190). El yihad no es una guerra ofensiva, sino defensiva. Aunque las tribus dedi-
                                
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