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16el profeta muhammad en la bibliadiez mil santos4 en Deuteronomio 33:2 es muy significativa. Él (Dios) resplandeció desde el monte de Parán y vino de entre diez millares de santos. Lea toda la historia del desierto de Parán y no hallará ningún acontecimiento sino el de la conquista de La Meca por el Profeta. Viene desde Medina acompañado por diez mil seguidores y entra de nuevo en «la casa de Mi Gloria». Da la ley ígnea al mundo, reduciendo a cenizas las demás leyes. El consolador —el Espíritu de la Verdad— del que habló Jesús no era sino el propio Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz) y no puede considerarse como tal al Espíritu Santo como sostiene la teología de la Iglesia. «Pero yo os digo la verdad: os conviene que yo me vaya», afirma Jesús, «porque si yo no me fuera, el consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré (Juan 16:7)». Estas palabras muestran claramente que el consolador tenía que venir tras la partida de Jesús (que la paz sea con él), y que no estaba con él cuando profería estas palabras. ¿Debemos presumir que Jesús (que la paz sea con él) estaba desprovisto del Espíritu Santo si su venida estaba condicionada por la partida de Jesús? El modo en que Jesús lo describe hace de él un ser humano, y no un espíritu: «porque no hablará por sí mismo, sino que hablará todo lo que oiga» (Juan 16:13). ¿Debemos presumir que el Espíritu Santo y Dios son dos entidades distintas y que el Espíritu Santo habla de sí mismo y de lo que oye de Dios? Las palabras de Jesús (que la paz sea con él) se refieren claramente a algún mensajero de Dios. Le llama Espíritu de la Verdad, forma con la que el Corán alude también a Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz): «37. Pero ¡no! Él ha traído la Verdad y ha confirmado a los enviados» (Corán 37:37).4 Por «santos» se entiende los compañeros del Profeta Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz) [Nota de los editores]..