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13prefacioPodemos leer las siguientes palabras en Deuteronomio 18:18: «Un profeta como tú les levantaré de en medio de sus hermanos; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mande». Si estas palabras no son aplicables a Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz), se quedan sin sentido. El propio Jesús (que la paz sea con él) nunca ha pretendido ser el «profeta» al que aquí se alude. Incluso sus discípulos opinaban lo mismo: esperaban la segunda aparición de Jesús para el cumplimiento de la profecía3. Se puede constatar que su primera aparición no fue el advenimiento del «profeta como tú» y que su segundo advenimiento difícilmente podía ajustarse a esas palabras. Jesús, como cree la Iglesia, aparecerá como un juez y no como un legislador, pero con la promesa de venir con «una ley de fuego en la mano derecha». A fin de determinar la personalidad del profeta prometido, la otra profecía de Moisés (que la paz sea con él) resulta, no obstante, útil cuando habla del resplandor de Dios desde Parán, la montaña de La Meca. Las palabras de Deuteronomio 33:2 rezan como sigue: «Jehová vino de Sinaí, y de Seir los alumbró; resplandeció desde el monte Parán y vino de entre diez millares de santos, y a su diestra la ley de fuego para ellos». En estas palabras, el Señor es comparado con el Sol. Viene del Sinaí, pero resplandece con toda su gloria desde Parán, donde había de aparecer junto a miles de santos con una ley de fuego en la diestra. Ninguno de los israelitas, incluido Jesús, tenía algo que ver con Parán. Hagar, con su hijo Ismael (que la paz sea con él), estuvo vagando por el desierto de Beerseba y más tarde se estableció en el desierto de Parán (Génesis 21:21). Él se casó con una mujer egipcia, y a través de su primer descendiente, 3 «A quien de cierto es menester que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempos antiguos. 22 Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará de entre vuestros hermanos un profeta como yo; a él oiréis en todas las cosas que os hablare» (Hechos 3:21-22). [Nota de los editores]..