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183el profeta anunciado por el bautista era ciertamente el profeta muhammadtiene un fin. No es que la paciencia o favor de Allah sean finitos, sino que Él lo tiene todo establecido, definido y fijado. La oportunidad y el tiempo concedido graciosamente por Allah a los judíos, a los árabes y a los gentiles duró más de cuatro mil años. Fue solamente tras la expiración de este plazo que Allah envió a su querido Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz) con el poder y la espada, con el fuego y el espíritu, para arreglárselas con los miserables incrédulos, con los desagradecidos hijos de Abraham —tanto ismaelitas como israelitas— y con el poder del Demonio, de una vez por todas. El Antiguo Testamento es, en su integridad, un cuento de teocracia e idolatría. De vez en cuando, resplandecía la antorcha del islam, es decir la religión de Allah, en Jerusalén y en La Meca, pero siempre perseguida por el Demonio. Las cuatro bestias diabólicas habían venido y aplastado bajo sus pies al puñado de creyentes en Allah. Más tarde, vino Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz) para aplastar y destruir a la serpiente venenosa y darle el título ignominioso de Iblis, es decir, ‘el lapidado Satanás’. En verdad, Muhammad era un profeta combatiente, pero el objeto de su lucha era la victoria, no la venganza; la derrota del enemigo, no su exterminio y, en definitiva, el establecimiento de la religión del islam como el Reino de Dios sobre la tierra. De hecho, cuando el que clama en el desierto decía en voz alta: «Preparad el camino para el Señor, enderezad sus sendas» aludía a la religión del Señor en forma de un reino que se estaba delineando para tiempos próximos. Siete siglos antes, el profeta Isaías había exclamado y pronunciado las mismas palabras (Isaías 40:1-4). Y un par de siglos más tarde, Allah preparó el camino para Ciro elevando todo valle y reduciendo la altura de todo monte y montaña a fin de hacerle fácil la conquista y rápida la marcha (Isaías 45:1-3). Dicen que la historia se repite: el lenguaje y su sentido es el mismo en ambos casos, siendo el primero prototipo del segundo. Allah le allanó el camino a Ciro, sometiendo a sus enemigos al conquistador persa y enviando a su pueblo ele-