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62el profeta muhammad en la bibliafalsafa con la letra sin en lugar de sad o tzad, que es una de las letras que constituyen las palabras safa y sofi en hebreo y en árabe. Creo que esta forma fue introducida en la literatura árabe por los traductores asirios que habían pertenecido antes a la secta nestoriana. Los turcos escriben el nombre Santa Sofía de Constantinopla (Estambul) con la letra sad, pero filosofía con sin, como el samej de los hebreos. Creo que la sofia griega debe identificarse etimológicamente con la palabra hebrea y que la idea de que la palabra islámica sofia deriva de sof, que significa ‘lana’, debería descartarse. La verdadera sophia —o sabiduría—, el verdadero conocimiento de Dios, la verdadera ciencia de la religión y la moral, la infalible selección del último Mensajero de Allah de entre todos sus mensajeros pertenecía a la antigua institución de Israel llamada mizpa, hasta que se transformó en mizpa de los nasara, es decir, de los cristianos. Es realmente maravilloso ver lo completa que es esta analogía y cómo la economía de Dios en relación a Sus tratos con el ser humano se lleva a cabo con una uniformidad y orden absolutos. Mizpa es el filtro usado por el Musaffi (en hebreo, Mosappi) con todos los datos y las personas, como si fuera un colador (pues, tal es su significado). De tal modo que lo auténtico se separa de lo falso y lo puro de lo impuro; aunque se sucedieron siglos y miríadas de profetas vinieron y se fueron, al-Mustafa, el «Elegido» todavía no había aparecido. Luego vino Jesús (que la paz sea con él) que, sin embargo, fue rechazado y perseguido, porque en Israel ya no existía el mizpa oficial, que le habría reconocido y anunciado como verdadero mensajero de Dios, enviado para atestiguar que el Mustafa iba a ser el último Mensajero que vendría después de él. La “Gran Asamblea de la Sinagoga” convocada e instituida por Esdras y Nehemías, cuyo último miembro fue Simeón el Justo (fallecido hacía el año 310 a.C.), fue sucedida por el Tribunal Supremo de Jerusalén, llamado Sanedrín. Pero esta asamblea, cuyo presidente ostentaba el título de nasi o príncipe, condenó a Jesús