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                                    121los auténticos profetas predican solo el islamrevelación divina. Esta afirmación es verdadera solo parcialmente. La definición completa de la palabra ‘profeta’ debería ser: ‘alguien que recibe oráculos o mensajes de Dios y los transmite fielmente a la persona o pueblo indicados’. Es evidente que un mensaje divino no debe consistir necesariamente en informar de sucesos pasados o futuros, sino más bien en predicar y promulgar el mensaje recibido de Dios. Por consiguiente, la profecía consiste en transmitir o dar a conocer un nuevo oráculo, siendo su naturaleza o carácter bastante inmaterial. Leer las palabras de un profeta sería profetizar no más que el oráculo que pronunciaría en un discurso público espontáneo. En el Corán, Allah (Dios) ordena a su querido siervo Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz) que declare: «6. Di: Yo soy sólo un mortal como vosotros, a quien se ha revelado que vuestro Dios es un Dios Uno» (Corán 41:6) de modo que seamos muy cuidadosos en no atribuir a ninguno de los profetas la cualidad de conocer y decir todo a través de la revelación. Las revelaciones divinas acostumbraban a venir por intervalos, entre los cuales los profetas podían estar sujetos a equivocaciones y errores. Un profeta no es designado por Dios para enseñar a la humanidad física, matemáticas o cualquier otra ciencia positiva. Sería muy injusto por nuestra parte culpar a un profeta por un desliz en su habla o por un error cometido por él como persona. Un profeta está, por consiguiente, sujeto a prueba y examen solo cuando transmite oficial y formalmente un mensaje que ha recibido de su Señor. Sus asuntos privados, sus preocupaciones familiares y sus logros personales no nos importan tanto como su misión y oficio. Con objeto de determinar si un profeta es genuino o un impostor, sería injusto dar un veredicto en contra de su carácter profético porque se haya dicho de él que ha sido un poco rudo con su madre o porque crea en la inspiración literal y en la autoría mosaica del Pentateuco. Mientras hago esta observación, me viene a la mente el caso de Jesús (que la paz sea con él) y de otros tantos en la historia de Israel sobre casos parecidos.
                                
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