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                                    116el profeta muhammad en la bibliaSabaoth ante cuya faz había de prepararse el camino? Si él era un simple hombre, hecho de carne y hueso y sirviente del Señor de los ejércitos, entonces, la alegación no se sostiene. Porque Jesús, como simple humano y profeta, no podía ser el fundador de las iglesias trinitarias. Cualquiera que sea la manifestación que tome de la religión cristiana, sea la ortodoxa, la católica, la protestante, la salvacionista, la de los cuáqueros o alguna de sus numerosas sectas y comunidades, ninguna puede ser el «camino» o la «religión» señalada por Malaquías; y Jesús tampoco es su fundador o preparador. Y es que mientras sigamos negando la absoluta Unicidad de Dios, nos equivocaremos y Jesús no podrá ser nuestro amigo ni podrá ayudarnos. 5. La persona señalada en la profecía tiene los siguientes calificativos: el «Mensajero de la Religión», el «Comandante del Señor» y el «Mensajero de la Alianza». Asimismo, se le describe y distingue con tres condiciones: «él viene de repente a su templo o mezquita», «es esperado y buscado por la humanidad» y «es extremadamente deseado y codiciado». ¿Quién podría ser, pues, este glorioso hombre, este benefactor de la humanidad y este valiente comandante que prestó nobles servicios por la causa de Allah y su religión, más que el Profeta Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz)? El Profeta Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz) trajo al mundo un libro sagrado, el Corán; una religión, el islam, más razonable, simple y beneficiosa; y ha sido el medio para la guía y conversión de millones y millones de naciones paganas por todo el planeta, transformándoles en una hermandad unida y universal, que constituye el verdadero y formal «reino de Dios (Allah)» sobre la tierra anunciado por Jesús y Juan el Bautista. Resulta fútil y pueril comparar a Jesús y a Juan el Bautista con el gran Mensajero de Allah, cuando sabemos perfectamente que ninguno de los dos intentó siquiera convertir a algún pagano ni logró convencer a los judíos para que reconocieran su misión.
                                
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