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                                    118el profeta muhammad en la bibliaprofeta sufrió tanta persecución y aflicción a manos de estos impostores como Jeremías. Jeremías empezó su misión profética siendo todavía joven, alrededor del último cuarto del siglo VII a.C., cuando el reino de Judá estaba gravemente amenazado por la invasión de los ejércitos caldeos. Los judíos habían establecido una alianza con el Faraón egipcio, pero tras la derrota de este a manos de las tropas de Nabucodonosor, la caída de Jerusalén era una cuestión de tiempo. En esos días críticos, en los que se iba a decidir el destino del remanente del pueblo de Dios, el profeta Jeremías aconsejó encarecidamente al rey y a los líderes judíos someterse y servir al rey de Babilonia a fin de evitar que Jerusalén fuera reducida a cenizas y su pueblo deportado en cautiverio. Jeremías vertió toda su elocuencia y vivo discurso en los oídos de los reyes, sacerdotes y ancianos del pueblo, pero todo fue en vano. Realizó un comunicado, tras recibir el mensaje de Dios, diciendo que la única solución para salvar al país y al pueblo de la inminente destrucción era someterse a los caldeos; sin embargo, nadie prestó oído a sus advertencias. Nabucodonosor vino e invadió la ciudad, se llevó consigo al rey, al príncipe y a muchos cautivos, así como todos los tesoros del templo, incluidos los utensilios de oro y plata. Otro príncipe y también un tercero, fue nombrado por el emperador de Babilonia para reinar como vasallo suyo en Jerusalén. Este rey, en lugar de ser sensato y fiel a su maestro de Babilonia, se rebeló contra él. Jeremías amonestó incesantemente al rey para que se mantuviera fiel y abandonara la política egipcia. Pero los falsos profetas siguieron arengando en el templo diciendo: «Así habló Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel, diciendo: He quebrantado el yugo del rey de Babilonia. Dentro de dos años haré volver a este lugar todos los utensilios de la casa de Jehová, que Nabucodonosor, rey de Babilonia, tomó de este lugar para llevarlos a Babilonia» (Jeremías 28:2-3). Jeremías hizo un yugo de madera, lo colocó en su cuello y se fue al templo para 
                                
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