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122el profeta muhammad en la bibliaEs mala fides y mal intencionado acusar a los profetas de sensualidad, rudeza, ignorancia de las ciencias o de otras debilidades personales. Ellos eran personas como nosotros y estaban sujetos a las mismas inclinaciones y pasiones. Estaban preservados solo de pecados mayores y de la perversión del mensaje que debían transmitir. Hemos de ser extremadamente cautelosos para no ensalzar demasiado en nuestra imaginación a los profetas para que Dios no se disguste con nosotros. Todos ellos son Sus criaturas y siervos; cumplieron Su trabajo y regresaron a Él. En el momento en que nos olvidamos de Dios y concentramos nuestro amor y admiración en la persona de alguno de Sus mensajeros, corremos el riesgo de caer en el pecado del politeísmo. Habiendo explicado hasta aquí la naturaleza y significado del profeta y de la profecía, a continuación, intentaré demostrar que ningún profeta puede ser tal, salvo que, como dice expresamente Jeremías, predique y difunda la religión del islam. A fin de comprender mejor el sentido y la importancia del pasaje objeto de nuestra reflexión, echaremos solo un vistazo al versículo precedente, en el que Jeremías le dice a su antagonista Ananías: «Los profetas que fueron antes de mí y antes de ti en tiempos pasados profetizaron guerra y aflicción y pestilencia contra muchas tierras y contra grandes reinos» (Jeremías 28:8). Luego prosigue: «Cuando se cumpla la palabra del profeta que profetiza [sobre] la paz [el islam], sólo entonces él será conocido como el profeta que Jehová en verdad envió» (Jeremías 28:9). No puede presentarse ninguna objeción seria a la traducción de este pasaje, excepto el sintagma l shalom, traducido por mí como «sobre el islam». La preposición l antepuesta a shalom significa ‘respecto a’ o ‘sobre’ y coloca a su sujeto en la forma sintáctica del complemento y no en la forma dativa, como sería el caso si fuera el predicado un verbo como «venir», «ir» o «dar». Que shalom y la palabra siríaca shlama, como sa-