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                                    148el profeta muhammad en la bibliay del fuego del Infierno por medio de su muerte en la cruz, y en mantener una comunicación continua con el Espíritu Santo trae «paz» y sosiego a los corazones y hace que los creyentes se traten con «buena voluntad», benevolencia y amor mutuo. Esta interpretación, hasta la actualidad, es comúnmente aceptada por los grupos sacramentales y evangélicos. Pero no se detienen en estos tres puntos principales, por lo que no se aprecia entre ellos ni la paz general, ni la reconciliación, ni la concordia, ni la unión, ni la buena voluntad ni el amor mutuo. Como se separan, buscan otros medios para explicar esta «paz» y «buena voluntad». Los sacramentalistas insisten en la creencia en siete sacramentos y muchos dogmas que ni el sentido común ni la simple doctrina de Jesús podrían tolerar. La Iglesia, habiendo sido limpiada por la sangre del redentor a través de la misteriosa agua santificada del bautismo, se ha convertido en la novia del cordero y su cuerpo. Siendo la Iglesia la encarnación del cordero, alimenta su cuerpo con el misterio del pan y del vino consagrados y transustanciados en la carne y sangre real del desposado. La novia —la Iglesia— tiene una particular devoción por los «corazones sagrados» de Jesús (que la paz sea con él), María y San José, por el cuarto estadio o parada de la crucifixión, por las estatuas e imágenes de cientos de santos y mártires, por miles de huesos y reliquias, auténticos o no, y por la adoración de la hostia consagrada exactamente como si fuera Dios Todopoderoso. Pese a todo, no hay paz alguna. Todos los pecados, sean graves o veniales, han de ser confesados al cura y es esta absolución que el pecador obtiene de ese ‘padre espiritual’ lo que le produce paz y sosiego en el corazón, llenándole de buena voluntad.Si nos fijamos en los grupos evangélicos de distintas creencias y tendencias, veremos que se esfuerzan por buscar una paz interna rogando directamente a las personas que componen la Divinidad por separado —ora a Jesús (que la paz sea con él), ora al Espíritu Santo, ora al Padre— con los ojos cerrados pero con gestos y movimientos o leyendo la Biblia 
                                
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