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                                    145los ángeles anuncian el islam y a un profeta llamado «ahmad»cas, lo cual puede deducirse fácilmente de su prefacio, que nunca reivindicó que recibiera ninguna revelación ni tampoco atribuyó ningún carácter espiritual a su libro. También se puede considerar con toda seguridad que el primer y cuarto evangelios o bien no estaban escritos cuando Lucas compiló el suyo o bien no los vio, porque no se habría arriesgado a contrarrestar o contradecir los Evangelios de Mateo y Juan. Estas breves observaciones, que pueden multiplicarse, deben convencer a todo lector imparcial de que los denominados «evangelios canónicos» no exhiben las características necesarias e indispensables para que una escritura reivindique como origen una inspiración divina. Las iglesias han creído que el autor del tercer Evangelio es el médico Lucas (Colosenses 4:14) quien acompañó a San Pablo en sus viajes misioneros y fue prisionero junto a él en Roma (cf. 2 Timoteo 4:11 y Filemón 24). Ahora bien, este no es el lugar apropiado para discutir la cuestión de la autoría del libro, ni tampoco sus demás peculiaridades. Es suficiente con decir que San Lucas registró algunas enseñanzas y parábolas bonitas del maestro, como la parábola del buen samaritano (Lucas 10:25-37), el rico avaro (Lucas 12:15-21), el fariseo y el publicano (Lucas 13:9-18), la perseverancia en la oración (Lucas 11:1-13), la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo (Lucas 15), el rico y el mendigo Lázaro (Lucas 16:19-31), el mito de la viuda pobre (Lucas 21), los ladrones malvados (Lucas 20:9-16), el juez injusto (Lucas 18:1-8) o la conversión de Zaqueo (Lucas 19:1-10), entre otras. Sin embargo, lo más importante del contenido del tercer Evangelio es el himno angélico, que es objeto de nuestro estudio y reflexión. Este himno, como todos los que figuran en el Nuevo Testamento, no se nos presenta en el idioma original en que se cantó, sino solo en su versión griega; y solo Dios conoce la fuente de la que lo copió o tradujo nuestro evangelista, o el rumor a partir del cual lo narró. ¿Es posible que Jesús (que la paz sea con él) o sus apóstoles no hayan dejado un evangelio real y auténtico en el idioma en que fue revelado? Si 
                                
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