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                                    144el profeta muhammad en la bibliaescribas, es uno de los innumerables milagros registrados en la historia del pueblo de Israel. No hay nada en ella que pueda considerarse de una naturaleza contradictoria como para exponer el relato a la incredulidad. Un ángel puede aparecérsele a un profeta o a un santo siervo de Dios y comunicarle un mensaje de parte de Allah en presencia de otras personas, pero siendo imperceptible para ellas. Los pastores tenían unos corazones y una fe buenos, por lo que eran dignos del favor divino. Así que, desde un punto de vista religioso, no hay nada incompatible o increíble en estos sucesos maravillosos, tal y como los registra San Lucas. El autor de este relato muestra precisión en la dicción, es discreto y cauto en sus declaraciones y, a lo largo de su Evangelio, emplea un muy buen estilo griego. Considerando el hecho de que escribió su libro muy posteriormente a la muerte de todos los apóstoles, y que había investigado «con esmero» los numerosos trabajos acerca de Jesús (que la paz sea con él) y de su evangelio, parece muy probable que estuviera al corriente de la leyenda de los magos, excluyéndola totalmente de su libro40. Se afirma claramente en los cuatro primeros versículos con los que comienza el tercer Evangelio que los apóstoles, a los que llama «quienes lo vieron con sus ojos y fueron ministros de la palabra» (Lucas 1:2), no escribieron sus propios relatos sobre el maestro y sus enseñanzas, sino que, mediante la tradición oral, los transmitieron a sus seguidores y sucesores. También se dice claramente que las fuentes a las que recurrió San Lucas para la composición de su Evangelio fueron distintas historias, compuestas por personas que las habían escuchado narradas por los apóstoles que fueron testigos de esos sucesos y doctrinas, que el autor examinó detenidamente, escogiendo solo lo que consideró cierto o fiable. Asimismo, resulta bastante evidente de la confesión del propio San Lu40 Recomendamos a los lectores leer con detenimiento el prefacio o el pasaje introductorio al inicio del Evangelio de San Lucas. [Nota del autor]. 
                                
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