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81el profeta muhammad y el emperador constantinotino, incluso si negáramos la profecía de Daniel. No nos interesa si fue profeta, sacerdote o mago el que escribió el séptimo capítulo del libro de Daniel. Pero una cosa es cierta, y es que resulta que sus predicciones y descripciones de los sucesos de hace unos veinticuatro siglos, son exactos y verdaderos y se han cumplido en la persona de Constantino el Grande, a quien la Iglesia de Roma muy sabiamente se ha abstenido de beatificar como santo, como sí ha hecho la Iglesia griega.d) El «pequeño cuerno», que surgió de una visión más formidable que el resto, no solamente dice cosas impías contra el Altísimo, sino que declara la guerra al «pueblo de los santos del Altísimo y les vence» (Daniel 7:25). A ojos de un profeta hebreo, la gente que creía en un único Dios era diferente y santa. Es innegable que Constantino persiguió a aquellos cristianos que, como los judíos, creyeron en la absoluta Unicidad de Dios, declarando audazmente la Trinidad como una concepción falsa y errónea de la divinidad. Más de un millar de eclesiásticos fueron convocados al Concilio de Nicea, de los cuales solo trecientos dieciocho refrendaron sus decisiones. Entre ellos se formaron tres facciones opuestas con sus respectivas expresiones ambiguas y profanas de «consustancialidad», entre otros términos absoluta y totalmente ajenos a los profetas de Israel, útiles únicamente para el «cuerno hablante». Los cristianos, que sufrieron persecuciones y martirios bajo los emperadores paganos de Roma por creer en un Único Dios y en su siervo Jesús (que la paz sea con él), eran ahora condenados, por el edicto imperial del «cristiano» Constantino, a torturas más severas porque se negaron a adorar al sirviente Jesús (que la paz sea con él) como consustancial y equivalente a su Señor y Creador (Allah). Los ancianos y ministros del arrianismo, Qashishi y Mshamshani —como fueron llamados por los primeros judíos cristianos— fueron destituidos o prohibidos, sus libros suprimidos y sus iglesias, confiscadas y entregadas a los obispos y sacerdotes trinitarios. Cualquier trabajo histórico acerca de la primera Iglesia