Page 114 - Demo
P. 114
113el señor y el apóstol de la alianzanes lo desearan a creer y amar al Dios Único sin la necesidad de cientos de impostores y autoproclamados guías. Y, sobre todo, iba a venir súbitamente a su templo, ya fuera el de Jerusalén o el de La Meca, e iba a extirpar de raíz la idolatría en todos esos lugares, no solo destruyendo ídolos e imágenes, sino inculcando la fe en un Dios verdadero a sus anteriores fieles. Este magnífico cometido, es decir, la edificación de un nuevo camino, una religión universal que enseña que entre Dios y el ser humano no hay ningún mediador, ni sacerdote, ni santo ni sacramento ha sido logrado solamente por un mensajero cuyo nombre es Muhammad Al-Mustafa (al que Allah bendiga y dé paz).2. Juan el Bautista no era el mensajero anunciado por Malaquías. Los relatos ofrecidos acerca de él por los cuatro evangelistas son bastante contradictorios, pero en lo que sí concuerdan es en que no preparó ningún camino porque no estaba acreditado con una escritura sagrada. Ni fundó una religión ni reformó la antigua. Se cuenta que Juan el Bautista dejó su casa y a sus padres cuando era todavía joven, que vivió en el desierto alimentándose de miel y langostas hasta los treinta años y que fue entonces cuando se mostró a las multitudes a orillas del río Jordán, donde solía bautizar a los pecadores penitentes que le confesaban sus pecados. Mientras que Mateo no conoce nada de su relación con Jesús (que la paz sea con él) o no le interesa exponerla, Lucas, quien escribió su evangelio, no a partir de una revelación, sino a partir de las obras de los discípulos del Maestro, registra el homenaje de Juan el Bautista a Jesús cuando ambos estaban en los vientres de sus respectivas madres (Lucas 1:39-46). Juan bautiza a Jesús en las aguas del Jordán, igual que al resto de personas, y se relata que dijo que él «no era digno de desatar, encorvado, la correa de sus sandalias [de Jesús]» (Marcos 1:7). Y según el cuarto evangelio, Juan exclamó que Jesús «era ¡el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!» (Juan 1:29). Que Juan conocía a Jesús (que la paz sea con él) y lo reconoció como Cristo es algo bastante evidente. Sin embar-