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                                    156el profeta muhammad en la bibliaNaturalmente, los eruditos de la filosofía y los ex ministros de la mitología griegos, una vez convertidos a la nueva fe y con la Septuaginta en sus manos, no podían tener dificultad alguna en la producción de un «nuevo testamento» como complemento o continuación del antiguo.¿Cómo se convirtió el simple Evangelio de Jesús el nazareno en la fuente de dos poderosas corrientes de pensamiento, la semítica y la helénica? ¿Cómo desbancó el pensamiento politeísta griego finalmente al credo monoteísta semítico bajo los emperadores greco-latinos más tiranos, así como bajo los más intolerantes y supersticiosos obispos trinitarios de Bizancio y Roma? Todas estas son cuestiones de suma importancia que merecen un profundo estudio por parte de los eruditos musulmanes (paladines de la Unicidad de Dios). A continuación, vienen las cuestiones de la unidad de la fe, la doctrina y el texto revelado. Durante más de tres siglos, la Iglesia cristiana no tuvo ningún Nuevo Testamento como lo vemos en su forma actual. Ninguna de las iglesias semíticas o griegas, ni en Antioquía ni en Edessa ni en Bizancio ni en Roma, poseía todos los libros del Nuevo Testamento, ni siquiera los cuatro Evangelios, antes del Concilio de Nicea. Me pregunto cuál era o podía ser el credo de aquellos cristianos que poseían solo el Evangelio de San Lucas o el de San Marcos o el de San Pablo acerca de los dogmas de la eucaristía, el bautismo, la trinidad, la concepción milagrosa de Jesús y otros tantos dogmas y doctrinas. La versión siríaca de la Peshitta no contiene las llamadas «palabras esenciales» o «institucionales», ahora existentes en San Lucas (22: 17-19). Los últimos doce versículos del capítulo 16 del segundo evangelio no se encuentran en los antiguos manuscritos griegos. La llamada «oración del Señor» (Mateo 6:9; Lucas 11:2) es desconocida por los autores del segundo y cuarto evangelios. De hecho, muchas enseñanzas importantes contenidas en un evangelio eran desconocidas para las iglesias que no lo tenían. Por lo tanto, no podía haber uniformidad en la adoración, disciplina, autori-
                                
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