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169juan el bautista anuncia a un poderoso profetaarrepentimiento, pero el que viene tras de mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego» (Mateo 3:11). Este relato se expone con diferentes palabras por los evangelistas, pero todos muestran el mismo sentido de sumo respeto y consideración respecto a la imponente personalidad y la majestuosa dignidad del poderoso profeta prometido. Estas palabras del Bautista son muy descriptivas de los modales orientales de hospitalidad y honor con los que se recibe a un gran huésped. En el momento en que el huésped llega, el anfitrión, o bien uno de los miembros de la familia, se apresura a sacarle el calzado y le acompaña a sentarse o a acostarse. Cuando el huésped se marcha, se repite el mismo acto respetuoso: se le ayuda a ponerse el calzado y el anfitrión se arrodilla para atarle las cuerdas del mismo. Lo que Juan el Bautista (Yahia) quiere decir es que si iba a encontrarse con ese dignificado profeta, se consideraría indigno del honor de inclinarse para desatarle las cuerdas del calzado. De este homenaje rendido de antemano por el Bautista, se desprende una verdad y es que el profeta pronosticado era conocido entre los demás profetas como su adón, señor y sultán. De lo contrario, una persona honorable, casta y sin pecados como sayiduna Yahia (nuestro señor Juan el Bautista), no habría hecho esa humilde confesión. Ahora queda pendiente la tarea de determinar la identidad del «profeta». Por lo que este capítulo debe dividirse en dos apartados:A. El profeta anunciado no era JesucristoB. El profeta anunciado era MuhammadEs sabido por todos que las iglesias cristianas siempre han considerado a Juan el Bautista como subordinado y heraldo de Jesús (que la paz sea con él). Todos los comentaristas cristianos muestran a Jesús como el objeto del testimonio y profecía de Juan.