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                                    250el profeta muhammad en la bibliaa) Los apocalipsis judíos atribuyen los títulos «Mesías» e «Hijo del Hombre» exclusivamente al último profeta, quien luchará contra los poderes de las tinieblas, los vencerá y luego establecerá el Reino de Paz y Luz sobre la tierra. De este modo, ambos títulos son sinónimos y negar cualquiera de ellos implica negar la condición de último profeta. De todas formas, leemos en los sinópticos que Jesús (que la paz sea con él) negó categóricamente ser «el Cristo» y ¡prohibió a sus discípulos declararle «el Mesías»! Se relata que Simón Pedro, en respuesta a la pregunta hecha por Jesús: «¿Y vosotros, quién decís que soy yo?» dijo: «El Cristo de Dios» (Lucas 9:20). Entonces, mandó a sus discípulos no decir a nadie que era «el Cristo»67. San Marcos y San Lucas no saben nada acerca del «poder de las llaves» dadas a Pedro. Al no estar allí, no se enteraron del asunto. Juan no incluye ninguna palabra acerca de esta conversación mesiánica, probablemente por olvido. San Mateo (16:21-28) relata que cuando Jesús les dijo que no dijeran que él era el Cristo, les explicó cómo iba a ser entregado y muerto. Entonces, Pedro empezó a exhortarle y a amonestarle que no repitiera esas palabras sobre su pasión y muerte. Según esta historia de San Mateo, Pedro tenía razón cuando dijo: «¡En ninguna manera esto te acontezca!». Si es cierto que la confesión de Simón (Pedro), «¡Tú eres el Cristo!», complació a Jesús, quien le confirió el título de safa o cefa; entonces, declarar que el Hijo del Hombre iba a sufrir una muerte ignominiosa sobre la cruz era ni más ni menos que una negación llana de su carácter mesiánico. Pero Jesús (que la paz sea con él) se volvió más determinante y recriminó a Simón Pedro diciéndole: «¡Quítate de delante de mí, Satanás!». Lo que viene después de esta dura recriminación son las más explícitas palabras del maestro, que no dejan ni un ápice de duda de que él no era «el Mesías» o «el Hijo del Hombre». ¿Cómo 67 Lucas (9:21) afirma: «Pero él, advirtiéndoles, les mandó que a nadie dijesen esto». Cf. Mateo 16:20 y Marcos 8:30. [Nota del autor].
                                
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