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253el «hijo del hombre» apocalíptico es el profeta muhammadlo han convertido en un día de abstinencia y confinamiento. No se permitía cocinar, ni pasear, ni realizar obras caritativas o benefactoras. Los sacerdotes del templo horneaban el pan y ofrecían sacrificios el día del sabbat, pero reprocharon al profeta de Nazaret que sanara milagrosamente a un hombre que tenía la mano seca (Mateo 12:10-13). Entonces, Jesús les dijo que era el sabbat el que estaba instituido para beneficio de las personas y no viceversa. En vez de hacer de él un día de adoración y luego de recreo, diversión y reposo, lo convirtieron en un día de reclusión y aburrimiento. La mínima infracción de cualquier precepto relativo al séptimo día era penado con la lapidación u otro castigo. Los discípulos de Jesús (que la paz sea con él) fueron reprendidos por recoger algunos granos de maíz el día del sabbat, aunque estaban hambrientos. Es bastante evidente que Jesús no era un sabbatista y no era partidario de la interpretación literal de las ordenanzas draconianas respecto del sabbat. Jesús quería actos de bondad y piedad y no sacrificios. Sin embargo, no se planteó jamás abrogar el sabbat ni tampoco podía aventurarse a hacerlo. Si lo hubiese hecho o hubiese reemplazado ese día por el domingo, habría sido indudablemente abandonado por sus seguidores e inmediatamente aprehendido y lapidado. Como nos explican el historiador judío Flavio Josefo, Eusebio y otros, Jacobo, «el hermano» de Jesús, era un ebionita estricto y encabezaba a los cristiano-judíos que observaban la Ley de Moisés y el sabbat en todo su rigor. Los cristianos helenísticos lo reemplazaron paulatinamente por el «Día del Señor», esto es, el domingo, pero hasta el siglo IV las iglesias orientales observaron ambos días. Ahora bien, si Jesús (que la paz sea con él) hubiera sido el señor del día del sabbat, ciertamente habría modificado su carácter riguroso o lo habría abolido totalmente; y el caso es que no hizo ninguna de las dos cosas. Los judíos que le oyeron entendieron perfectamente que se refería al mesías esperado como «el señor del sabbat» y por eso se mantenían en silencio. El redactor de los sinópticos, aquí como en otras partes, suprime al-