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                                    267el «hijo del hombre» según los apocalipsis judíostual de los verdaderos cristianos y un gran rabino para los fieles judíos —ya que ambos tenían un enemigo común—. Si identificamos a Constantino con el cuerno malvado, podemos identificar justamente a Arrio con el carnero. De hecho, Arrio tiene derecho a esta dignidad porque encabezó al grupo mayoritario en el Concilio de Nicea y defendió a ultranza la auténtica religión frente a las monstruosas doctrinas de las iglesias trinitarias y sacramentales. Desde una visión estrictamente musulmana, los judíos desde el momento que rechazaron y condenaron a Jesús, dejaron de ser «el pueblo elegido» y este honorable título fue otorgado únicamente a quienes creían en su profecía.El Hijo del Hombre que salvó al rebaño de ovejas de sus diferentes enemigos, a quienes hundió en el interior de la tierra golpeándola vehemente con su vara pastoral, y que entregó una contundente espada a las ovejas para destruir a las bestias y aves rapaces impuras, fue incuestionablemente Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz). El cetro (en hebreo, shebet, ‘vara’, ‘bastón’) es el emblema de la soberanía, la jurisdicción y la administración. El pequeño cetro concedido por Dios a la tribu de Judas (Génesis 49:10) fue retirado y en su lugar fue entregado uno más vigoroso y más grande al Mensajero de Allah (el Shiloah). Es realmente maravilloso ver cómo esta visión profética del vidente fue literalmente cumplida cuando el cetro de Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz) pasó a ser el emblema de la soberanía musulmana en todos los países —Egipto, Asiria, Caldea, Siria y Arabia— en los que el pueblo de Dios fue perseguido por los poderes paganos de estos últimos y por los poderes paganos extranjeros de los aqueménidas, griegos y romanos. ¡Qué glorioso cumplimiento de la visión tuvo lugar cuando el rebaño de ovejas, habiendo sido expuesto durante siglos a los picos y zarpas de las aves rapaces, así como a los afilados y terribles colmillos de las bestias, fue equipado con una gran espada para defenderse, que cada musulmán portó hasta que la sangre de los santos y mártires fue debidamente vengada (Apocalipsis 6:9-11)! 
                                
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