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264el profeta muhammad en la bibliaprofeta que profetiza en beneficio de los paganos y en detrimento del «pueblo elegido». Queda patente, pues, que la aceptación o rechazo de Jesús por los judíos no era una condición sine qua non para determinar la naturaleza de su misión. Si hubiera sido el libertador final, habría sometido nolens volens a los judíos, como hizo Muhammad. Pero el contraste entre las circunstancias en las que se halló cada uno de estos dos profetas, así como entre sus obras, es inconcebible. Basta con decir que Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz) convirtió a unos treinta millones de árabes paganos en los más sinceros y ardientes creyentes en el Dios verdadero y eliminó de raíz la idolatría en las tierras donde se enraizó. Logró eso porque en una mano tenía la Ley y en la otra, el cetro, siendo lo primero el Sagrado Corán y lo segundo, el emblema del poder y el gobierno. Fue odiado, desdeñado, perseguido por la noble tribu a la que pertenecía y forzado a fugarse para estar a salvo. Pero por el poder de Allah, realizó la más grande labor por la causa de la verdadera religión, una labor que ningún otro profeta anterior a él pudo jamás realizar. Ahora procederé a mostrar que el Hijo del Hombre apocalíptico no era sino Muhammad Al-Mustafá (al que Allah bendiga y dé paz).La prueba más importante y contundente de que el Bar Nasha apocalíptico es Muhammad aparece en una maravillosa descripción en la visión de Daniel (7), que ya hemos discutido en un capítulo anterior. El Bar Nasha descrito allí no puede identificarse de ninguna manera con alguno de los héroes macabeos o con Jesús, ni la terrible bestia que fue manifiestamente destruida y exterminada por el Hijo del Hombre puede ser un prototipo de Antíoco Epífanes o del emperador romano Nerón Claudio César. La culminación del mal de esa terrible bestia fue «el cuerno pequeño», quien profirió blasfemias contra el Altísimo al asociarle tres personas divinas eternas y persiguió a quienes profesaban la absoluta Unicidad de Dios. Constantino el Grande es la persona simbolizada por este repugnante cuerno.