Page 262 - Demo
P. 262
261el «hijo del hombre» según los apocalipsis judíosenigmática, mística y sobrenatural, los secretos de la naturaleza, el origen [sic] de Dios, los problemas del bien y del mal, la justicia y la felicidad, y el pasado y el futuro». Los apocalipsis crean acerca de estas cuestiones algunas revelaciones que superan la comprensión humana. Sus principales personajes son Enoc, Moisés, Baruc y Esdras. Estos escritos son, evidentemente, el resultado de las penosas y desastrosas épocas del judaísmo68. Por consiguiente, no pueden entenderse totalmente más que el Apocalipsis que lleva el nombre del apóstol San Juan. Cuarto, esos apocalipsis han sido interpolados por los cristianos. En el libro de Enoc, el Hijo del Hombre es llamado también el «Hijo de la Mujer» o el «Hijo de Dios», interpolando así la iglesia y la teoría de la encarnación. Sin duda alguna, ningún profeta judío escribiría «Hijo de Dios». Quinto, debe notarse que la doctrina mesiánica es un desarrollo tardío de las antiguas profecías acerca del último profeta de Allah, como fue profetizado por Jacob y otros profetas. Solamente en los libros apócrifos y apocalípticos, y en especial en las escrituras rabínicas, se alega que ese «último liberador» desciende de David (que la paz sea con él). Es verdad que hay profecías posteriores al cautiverio babilonio, e incluso posteriores a la deportación de las diez tribus a Asiria, acerca de un «hijo de David» que vendría a reunir al disperso Israel. No obstante, estas predicciones fueron cumplidas solo parcialmente en tiempos de Zorobabel, un descendiente del rey David. Tras la invasión griega, fueron predicadas y anunciadas las mismas profecías y solo se vio a un Judas Macabeo luchando con un relativo éxito contra Antíoco Epífanes. Y es que este éxito fue temporal y carecía de valor permanente. Los apocalipsis, que remontan sus visiones al período posterior a la destrucción de Jerusalén por Tito y Vespasiano, pronostican al Hijo del Hombre que aparecerá 68 Manuel de Littérature Juive. Depuis les origines jusqu’à nos jours. Nancy, 1927. [Nota del autor].