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                                    101el rey david le llama «mi señor»Si la persona que escribió el anterior versículo realmente creyó o no que la entrada triunfal de Jesús (que la paz sea con él) en Jerusalén, montado o sentado a la vez sobre un asna y su joven pollino, constituyó un milagro no es lo importante. No obstante, es cierto que la mayoría de los padres cristianos creyeron eso y nunca pensaron que dicho espectáculo se parecería más bien a una comedia que a una procesión real pomposa. Lucas, en cambio, se muestra cauteloso, no llegando a caer en el error de Mateo. ¿Fueron inspirados ambos autores por el mismo espíritu? Zacarías (que la paz sea con él) predice en Jerusalén, tras el retorno de los judíos de su cautiverio, la llegada de un rey. Aunque manso y humilde y montado sobre un pollino, viene no obstante con la salvación y construirá la Casa de Dios. Esta profecía de Zacarías se produce cuando los judíos se esforzaban por reconstruir el templo y la ciudad en ruinas. Los pueblos vecinos se oponían, por lo que la labor de reconstrucción se paralizó hasta que Darío, rey de Persia, emitió un decreto real. Aunque ningún rey judío había aparecido desde el siglo VI a.C., tenían no obstante gobiernos autónomos bajo el poder de soberanos extranjeros. Debe advertirse que la salvación aquí prometida es material e inmediata y no una salvación que vendrá al cabo de unos quinientos años, cuando Jesús de Nazaret (que la paz sea con él) entre, montado, simultáneamente, en dos asnos en Jerusalén —que ya se habrá transformado en una ciudad grande y rica con un majestuoso templo— simplemente para ser capturado y crucificado por los propios judíos y sus jefes romanos, como cuentan los Evangelios. Esto no serviría en absoluto de consuelo para los pobres judíos rodeados de enemigos en una ciudad en ruinas. Por consiguiente, por la palabra «rey» hemos de entender uno de sus principales líderes, es decir, Zorobabel, Esdras o Nehemías. Estos dos ejemplos están destinados a mostrar, sobre todo a mis lectores musulmanes —que pueden no estar familiarizadas con las escrituras del judaísmo— cómo los cristianos fueron extraviados por sus sacer-
                                
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