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97capítulo viiEl rey David le llama«mi señor»La historia de David (que la paz sea con él), sus proezas y escritos proféticos se hallan en dos libros del Antiguo Testamento: el libro de Samuel y los Salmos. Era el hijo pequeño de Jesé, de la tribu de Judá. Cuando era todavía un joven pastor mató a un oso y partió en dos a un león. Este joven valiente arrojó una pequeña piedra directamente en la frente de Goliat, un campeón filisteo armado, y salvó al ejército de Israel. La mayor recompensa por el éxito en la demostración de su valor fue la mano de Mical, hija del rey Saúl. David (que la paz sea con él) tocaba el arpa y la flauta y era un buen cantor. Su huida de su celoso suegro, sus aventuras y las hazañas que se le atribuyen como bandido son bien conocidas en la Biblia. A la muerte de Saúl, David (que la paz sea con él) fue invitado por el pueblo a asumir las riendas del reino, para lo cual fue nombrado hacía tiempo por el profeta Samuel. Reinó unos siete años en Hebrón. Arrebató Jerusalén a los jebuseos y la convirtió en capital de su reino. Sus dos montes o colinas fueron denominados «Moriá» y «Sión». Estas dos palabras tienen el mismo significado e importancia que las famosas Marwa y Safa en La Meca, términos que significan, respectivamente, ‘el lugar de la visión del Señor’ y ‘piedra, roca’. Las guerras de David, sus graves problemas familiares, su pecado contra el soldado cre-