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                                    201el sibghat allah o bautismo con fuego y con el espíritu santoLa verdad es que los cristianos carecen de una concepción definida o precisa acerca del Espíritu Santo que llena a un cristiano bautizado. Si el Espíritu es Dios, entonces ¿cómo puede el Demonio aproximarse, tentar y seducir a la persona consagrada? Además, lo que es más serio es: ¿cómo puede el Demonio expulsar al Espíritu Santo y establecerse en el corazón de un herético o ateo bautizado? Por otra parte, si por Espíritu Santo se entiende al arcángel Gabriel o a otro ángel, entonces, las iglesias cristianas vagan en un desierto de supersticiones ya que un ángel no es omnipresente. Si este espíritu que purifica y llena a un cristiano bautizado es Dios mismo, al ser esta su creencia en la tercera persona de la Trinidad, entonces todos los cristianos bautizados ¡deberían considerarse divinos o deificados! Hay, asimismo, una concepción protestante del Espíritu Santo53 que llena los corazones de quienes, en un momento de elevada emoción o éxtasis durante un pomposo sermón de un orador instruido o ignorante, creen haber «vuelto a nacer», aunque muchos de ellos se echan para atrás y vuelven a ser lo que eran antes: estafadores y felones. Antes de explicar, según mi humilde concepción, el bautismo espiritual e ígneo, quisiera admitir y confesar que hay muchas personas piadosas y temerosas de Dios entre los judíos y los cristianos. Porque, por más que difieran sus puntos de vista y creencias religiosas de las nuestras, aman a Dios y hacen el bien en Su nombre. No podemos comprender y determinar la actitud de Dios con los pueblos de distintas religiones. La concepción cristiana de la divinidad es una definición solamente errónea del verdadero Dios en el que creen y al que aman. Si exaltan a Jesús (que la paz sea con él) y lo deifican no es porque pretendan deshonrar a Dios, sino porque ven su belleza en ese Ruh Allah (‘Espíritu de Dios’, es decir, 53 El Espíritu Santo, en toda la literatura cristiana en las diversas lenguas, no tiene un género fijo. «Él», «Ella» y «Ello» se emplean comúnmente como pronombres personales para referirse al mismo. [Nota del autor]. 
                                
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