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204el profeta muhammad en la bibliado Corán, finaliza la profecía y la revelación. No se convierten en santos sin pecados porque su piedad y sus buenas obras no serían fruto de su esfuerzo y lucha contra el Demonio y, en consecuencia, no tendrían mérito. Tampoco fueron escogidos para hacer milagros sobrenaturales por tener una firme y auténtica fe en Su Señor. Además, este Sibghat Allah hace a los verdaderos musulmanes dignos y constantes en sus obligaciones hacia Allah y hacia el prójimo, en especial hacia sus familias. Ello no les lleva a la locura de creerse más santos que los demás miembros de su religión para adjudicarse así el puesto de pastor sobre ellos como si fueran su rebaño. El fanatismo, el engreimiento religioso y otras cosas similares no son operaciones del Espíritu Santo. Cualquier musulmán recibe en su creación el mismo Sibghat Allah, la misma religión y el mismo bautismo espiritual y tiene que recorrer el corto camino de la vida terrenal con lo mejor de sus habilidades y su esfuerzo con el fin de ganar la corona de la gloria en la vida postrera. Cada musulmán necesita únicamente la educación y la formación religiosa conforme a la sabiduría de la Palabra de Dios y no la intercesión de un sacerdote, un sacramento o un santo. Cada creyente iluminado puede llegar a ser un imam o guía de su comunidad, un misionario y un predicador en la medida de su instrucción y celo religioso, no para presumir u obtener ganancias lucrativas. En síntesis, cada musulmán, ya sea en su nacimiento o en su conversión, es bautizado espiritualmente y se convierte en ciudadano del Reino de Dios, en una persona libre, y posee los mismos derechos y obligaciones, de acuerdo a sus habilidades, virtudes, conocimientos, riqueza y rango. Juan el Bautista atribuye este bautismo espiritual e ígneo al gran Mensajero de Allah, no como ser divino, Dios o hijo de Dios, sino como un agente santo y como un instrumento mediante el cual había de operar este sacramento. Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz) transmitió