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                                    207el sibghat allah o bautismo con fuego y con el espíritu santones artificiales o hipócritas en boca de los musulmanes, sino de los rezos y las alabanzas de los espíritus bautizados que residen en sus cuerpos. Asimismo, si un cristiano o un judío están imbuidos con la misma fe y devoción y si su alma profiere esas expresiones que profiere el espíritu musulmán, entonces, es musulmán sin saberlo. c) La santificación bautismal que el Sibghat Allah infunde en el espíritu de un musulmán unitario, además de la fe y el amor, es una sumisión y una resignación total a la santa voluntad de Dios. Esa sumisión absoluta emana no solo de la fe y el amor, sino también de un santo miedo y de un profundo respeto tan latente en el alma y en el espíritu de todo verdadero creyente. Tales son las principales características del bautismo espiritual y no se manifiestan sino entre los seguidores del islam. Juan el Bautista, Jesús y sus apóstoles creyeron, amaron y temieron al mismo Dios igual que todo musulmán según el grado de gracia y misericordia divina. El propio Espíritu Santo es también una criatura que ama y teme a Dios, igual que usted y yo. 2. La segunda marca del bautismo espiritual es la iluminación. El verdadero conocimiento de Allah (Dios) y de Su Voluntad, hasta donde pueden alcanzar los humanos, puede verse única y exclusivamente en los musulmanes. Este conocimiento resplandece deslumbrante en la apariencia y comportamiento de todo musulmán. Puede que no comprenda la esencia y la persona de Dios, del mismo modo que un niño no puede comprender la naturaleza y las cualidades de sus padres, aunque reconozca a su madre entre todas las demás mujeres. La analogía difiere con creces de la realidad y la comparación entre un musulmán instruido respecto de Su Creador y un niño llorando detrás de su auténtica madre es infinitamente inferior. Todo musulmán, pese a lo ignorante, pobre y pecador que pueda ser, percibe los signos de Allah en cada fenómeno natural. En todo lo que le sobreviene, sea feliz o infeliz, Allah está en su mente. El llamamiento musulmán a la oración es un testimonio vivo de esa iluminación. «No hay ningún objeto de adoración fuera de Allah» es una 
                                
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