Page 207 - Demo
P. 207
206el profeta muhammad en la bibliaimbuida en un musulmán resplandece brillantemente cuando afirma Ana muslim, alhamdulillah (‘Soy musulmán, gracias a Allah’). ¿Qué es más impresionante y singularmente obvio de una santa fe que el odio y la repugnancia que un musulmán siente por cualquier otro objeto de adoración fuera de Allah? ¿Cuál de los dos es más sagrado ante los ojos de Dios: aquel que adora a su Creador en una sencilla mezquita o aquel que adora las catorce pinturas e imágenes que representan escenas de la crucifixión en un edificio cuyas paredes y altares están adornadas con estatuas idólatras, cuyo suelo cubre los huesos de los muertos y cuya cúpula está decorada con figuras de ángeles y de santos?b) La santificación por el Espíritu Santo y el fuego que Dios obra sobre el espíritu de un musulmán consiste en impregnarle y llenarle de amor y sumisión hacia Él. Un hombre honorable preferiría divorciarse de su amada esposa antes de verla compartir su amor con otro hombre. El Todopoderoso se alejará de cualquier «creyente» que asocie cualquier otro objeto o ser con Él54. El amor del musulmán hacia Allah no es teórico ni idealizado, sino práctico y real. Este no dudaría, ni por un momento, en expulsar de su casa a su esposa, hijo o amigo si blasfemara el Nombre de Dios o su persona. Un pagano o una persona de otra religión pueden mostrar un celo furioso similar por su objeto de adoración. Ese amor mostrado por el Dios Uno verdadero es sagrado y santificado, pudiendo existir únicamente en el corazón de un musulmán. Esas fórmulas auspiciadoras y doxológicas bismillah y alhamdulillah, que significan, respectivamente, ‘en el nombre de Allah’ y ‘alabado sea Allah’ al principio o al final de toda acción o empresa constituyen la más sincera expresión del purificado espíritu musulmán impresionado con «el amor de Allah (Dios)» que supera y trasciende a cualquier otro. No se trata de expresio54 «Dios no perdona que se Le asocie. Pero perdona lo menos grave a quien Él quiere. Quien asocia a Dios comete un gravísimo pecado» (Corán 4:48). [Nota de los editores].