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                                    209capítulo viiEl paráclito no esel Espíritu SantoEn el presente capítulo, vamos a discutir el famoso «paráclito» del cuarto Evangelio. Jesús, igual que Juan el Bautista, anunció el advenimiento del Reino de Dios, invitó a la gente al arrepentimiento y la bautizó para la remisión de sus pecados. Jesús cumplió honorablemente su misión y transmitió fielmente el mensaje de Dios al pueblo de Israel. Él no fue el fundador del Reino de Dios, sino únicamente su heraldo, y es por eso por lo que no escribió nada ni dio autorización a nadie para escribir el santo evangelio que tenía grabado en la mente. Reveló el Evangelio, que significa ‘buenas nuevas’, acerca del «Reino de Dios» y el «paráclito» a sus seguidores, no por escrito, sino en forma de discursos y sermones públicos. Estos discursos, sermones y parábolas eran transmitidos por quienes los habían oído a quienes no los oyeron. Fue más tarde que los dichos y enseñanzas del maestro fueron puestos por escrito. Jesús ya no era el «rabí», sino el «logos», la «palabra divina». Ya no era el anunciador del paráclito, sino su señor y superior. Sus palabras puras y auténticas fueron adulteradas y mezcladas con mitos y leyendas. Por un momento, se esperó que en cualquier momento bajara de las nubes con legiones de ángeles. Todos los apóstoles ya habían fallecido. La segunda venida de Jesús se aplazó. Su persona y su doctrina suscitaron una variedad de especulaciones religiosas y filosóficas. Las sectas se sucedieron 
                                
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