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229periqlytos significa «ahmad»mogenitura de Ismael, la inocencia de Lot, de Salomón y de otros profetas de la antigüedad, limpiando sus nombres de las mancillas e infamias que levantaron contra ellos los judíos. Fue este Espíritu de Verdad, también, el que dio testimonio acerca del verdadero Jesús, como hombre, profeta y siervo de Dios; y el que hizo imposible para los musulmanes convertirse en idólatras, magos y creyentes en otro Dios que no fuera Allah. b) Entre las principales marcas del Periqlyte o «Espíritu de Verdad» cuando viene en la persona del Hijo del Hombre —es decir, Ahmad— es que «reprenderá al mundo acerca del pecado» (Juan 16:8-9). Ningún otro siervo de Allah, ya fuera un rey como David o Salomón o un profeta como Abraham o Moisés, llevó hasta el final el castigo por pecar con la resolución, el fervor y la audacia del profeta Muhammad. Toda infracción de la ley es un pecado, pero la idolatría es su madre y su origen. Pecamos contra Dios cuando amamos otra cosa más que a Él pero la adoración de cualquier objeto o ser además de Él es idolatría, incurrir en el mal y negar el bien; en definitiva, pecar en general. Todos los hombres de Dios castigaron a sus pueblos y vecinos por pecar, pero jamás al «mundo» como lo hizo Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz). Y es que no solamente extirpó la idolatría de la Península Arábiga estando vivo, sino que envió mensajeros a Cosroes II y a Heraclio, los soberanos de los dos imperios más grandes, Persia y Roma; al rey de Etiopía, al gobernador de Egipto y a otros reyes y príncipes, para invitarles a abrazar la religión del islam y abandonar la idolatría y los falsos credos. La reprimenda de Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz) empezó con la transmisión de la Palabra de Dios tal cual la recibió, es decir, recitando los versículos del Corán; luego, predicando, instruyendo y practicando la verdadera religión. Pero cuando el poder de las tinieblas, el de la idolatría, se opuso a él con las armas, esgrimió la espada y castigó al enemigo incrédulo. Esto fue en cumplimiento del decreto de Dios (Daniel 7). Dios dotó a Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz) con el poder y el dominio