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256el profeta muhammad en la biblia«asamblea». El versículo divino al respecto caracteriza la naturaleza de nuestra obligación el viernes como sigue: «¡Creyentes! Cuando se llame el viernes al azalá, ¡corred a recordar a Dios y dejad el comercio! Es mejor para vosotros. Si supierais» (Corán 62:9).Los fieles son llamados a realizar el servicio divino conjuntamente en una casa destinada a la adoración de Dios, debiendo abandonar en ese momento cualquier trabajo lucrativo. Pero una vez finalizada esa plegaria conjunta, no se les veta la reanudación de sus tareas habituales. Un verdadero musulmán lo es las veinticuatro horas y adora a su Creador cinco veces al día con plegarias y devoción.c) Ya hemos hecho algunas observaciones acerca del pasaje que figura en San Mateo 18:11, en el que la misión del «Hijo del Hombre» consiste en «salvar lo que se había perdido». Esta es otra importante predicción —aunque indudablemente corrompida en la forma— sobre Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz) o el Bar Nasha apocalíptico. «Lo que se había perdido» que el Bar Nasha buscará y salvará se enmarca en dos categorías: una religiosa y otra racional. Veámoslas con más detalle:1) La misión del Bar Nasha era restaurar la pureza y universalidad de la religión de Abraham (que la paz sea con él) que se había perdido. Todos los pueblos y tribus descendientes de este patriarca de los creyentes iban a ser llevados al seno de la religión de paz, que no es sino Dina da-Shlama o religión del islam. La religión de Moisés (que la paz sea con él) era nacional y particular y, por lo tanto, su sacerdocio hereditario, sus sacrificios levíticos y rituales pomposos, sus sabbat, sus jubileos, sus festivales y todas sus leyes y escrituras corrompidas iban a ser abolidas y reemplazadas por otras nuevas con un carácter, fuerza y perduración universales. Jesús era israelita y no podía haber asumido tan gigantesca y estupenda empresa porque era materialmente imposible para él hacerlo: «No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas» (Mateo 5:17). Por otra parte, la pura idolatría, con sus