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                                    260el profeta muhammad en la bibliaBar Nasha, mencionado en los mismos, fue tomado como préstamo por los autores evangelistas. De no ser así, su uso frecuente constituiría un enigma y una novedad incomprensible —si no sin sentido—. Puede deducirse, por consiguiente, que Jesús (que la paz sea con él) o bien creía ser él mismo el apocalíptico Hijo del Hombre o bien sabía que el Hijo del Hombre era otra persona distinta de él. Si creía ser él mismo el Hijo del Hombre, se deduciría que o bien él o bien los autores del apocalipsis estaban equivocados; y, en todo caso, los argumentos van decididamente en contra de la idea de que era Jesús. Pues su error acerca de su propia personalidad y misión es tan malo como las equivocadas predicciones de los autores de los apocalipsis, a los que creía divinamente inspirados. Por supuesto, este razonamiento dilemático nos llevará a una conclusión que no le favorece a él. El único modo de salvar a Jesús (que la paz sea con él) de este deshonor es verle como nos lo describe el Corán y, en consecuencia, atribuir todas las afirmaciones contradictorias e incoherentes que figuran sobre él en los Evangelios a sus autores o redactores. Antes de ahondar en la discusión de este tema, es decir, la descripción del Hijo del Hombre en los apocalipsis judíos, hay algunos hechos que deben tomarse cuidadosamente en consideración. Primero, esos apocalipsis no solo no pertenecen al canon de la biblia hebrea, sino que ni siquiera están incluidos en los apócrifos, conocidos como textos deuterocanónicos del Antiguo Testamento. Segundo, su autoría es desconocida. Aunque llevan los nombres de Enoc, Moisés, Baruc y Esdras, sus verdaderos autores o editores parecen estar familiarizados con la destrucción final de Jerusalén y la dispersión de los judíos bajo el dominio de los romanos. Esos seudónimos no fueron escogidos con fines fraudulentos, sino por motivos piadosos de parte de los sophis o profetas que los compusieron. ¿No puso Platón sus propios puntos de vista y dialécticas en boca de su maestro Sócrates? Tercero, estos libros —en palabras del gran rabino Paul Haguenauer— «intentan explicar, de una forma 
                                
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