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35capítulo i«Y vendrá el Ahmad [deseado] detodas las naciones» (Hageo 2:7)Dos siglos después de que el reino idólatra e impenitente de Israel fuera desmantelado, y toda la población de las diez tribus deportada a Asiria; Jerusalén y el glorioso templo de Salomón fueron arrasados por los caldeos y el resto de la población, de las tribus de Judá y Benjamín, fue trasladada a Babilonia. Tras setenta años de cautiverio, a los judíos se les permitió volver a su país con total autoridad para reconstruir su templo y ciudad en ruinas. Cuando se echaron los cimientos de la nueva Casa de Dios, la alegría y la aclamación de los reunidos fueron enormes, mientras que los hombres y mujeres mayores, que habían visto antaño el templo de Salomón (que la paz sea con él), rompieron a llorar con amargura. Precisamente con motivo de esta solemne ocasión, el Omnipotente mandó a Su siervo, el profeta Hageo, para dar consuelo a la triste asamblea con este importante mensaje: «7 y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado [Himda]de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. 8 Mía es la plata y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos. 9 La gloria de esta última casa será mayor que la de la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz [shalom] en este lugar, dice Jehová de los ejércitos» (Hageo 2:7-9).