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                                    91el profeta muhammad es ‘el hijo del hombre’segundo lugar, el cuerno hablante indica que la persona que blasfemó y alteró la Ley y los días santos no podía ser un pagano, sino alguien que conocía a Dios pero le asoció intencionadamente las otras dos personas, a las que también conocía, pervirtiendo la fe. Antíoco Epífanes no pervirtió la fe de los judíos al instituir una trinidad o pluralidad de dioses, ni tampoco cambió la Ley de Moisés (que la paz sea con él) y sus días de festividad. En tercer lugar, es pueril conceder tal magnitud e importancia a sucesos locales e insignificantes que ocurrieron entre un rey menudo en Siria y un pequeño jefe judío, como para equiparar a este último al glorioso hombre que recibió el homenaje de millones de ángeles en presencia del Altísimo. Además, la visión profética describe e ilustra al Bar Nasha como el más grande y noble de todos los hombres, porque en el Antiguo Testamento no se menciona a ningún otro hombre que haya sido objeto del honor y grandeza de Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz). 3. Es igualmente fútil atribuir a Jesús (que la paz sea con él) este honor celestial concedido al Hijo del Hombre. Existen dos razones principales para excluirle de este honor:a) Si Jesús (que la paz sea con él) es simplemente un hombre y un profeta, y si consideramos su trabajo en cuanto a éxito y fracaso, entonces veremos que se coloca muy por detrás de Muhammad (al que Allah bendiga y dé paz)33. Pero si es considerado el tercero de tres de la Trinidad, entonces no debería ser contado en absoluto entre los hombres. Se entra así en un dilema del que no se puede salir, pues en ambos casos no podría ser el Bar Nasha. 33 «Estos son los enviados. Hemos preferido a unos más que a otros. A alguno de ellos Dios les ha hablado. Y a otros les ha elevado en categoría. Dimos a Jesús, hijo de María, las pruebas claras, y le fortalecimos con el Espíritu Santo. Si Dios hubiera querido, los que le siguieron no habrían combatido unos contra otros, después de haber recibido las pruebas claras. Pero discreparon: de ellos, unos creyeron y otros no. Si Dios hubiera querido, no se habrían matado los unos a los otros. Pero Dios hace lo que quiere» (Corán 2:253). [Nota de los editores]..
                                
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