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                                    213el paráclito no es el espíritu santonal: pertenece a cualquier hablante, pero no es el ser racional, el hablante. La palabra divina no es eterna, pues tiene un origen, un comienzo, no existe antes del comienzo, excepto potencialmente. La palabra no es la esencia. Es un error grave dar sustancia a un atributo, cualquiera que sea. Si se permitiera decir «Dios, la Palabra», ¿por qué estaría prohibido decir «Dios, la Misericordia; Dios, el Amor; Dios, la Venganza; Dios, la Vida; Dios, el Poder, etc. »? Puedo aceptar y entender correctamente el apelativo de Jesús «el Espíritu Divino» (Ruh Allah), de Moisés «el Interlocutor Divino» (Kalim Allah) y de Muhammad «el Mensajero de Dios» (Rasul Allah). Sin embargo, no podré nunca entender ni aceptar que el Espíritu o la Palabra o el Mensajero es una persona divina con dos naturalezas a la vez, la humana y la divina. Ahora procederemos a exponer y refutar el error cristiano acerca del paráclito. A continuación, intentaré demostrar que el paráclito no es, como creen las iglesias cristianas, el Espíritu Santo, ni significa de ningún modo ‘el consolador’ o ‘el intercesor’. Aquí pretendo mostrar claramente, si Dios lo permite, que no es «paráclito» sino «peryclito» precisamente el significado de «Ahmad», en el sentido de: el más ilustre, loado y celebrado. 1. La descripción del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento es distinta a la de una personaUn examen detenido de los siguientes pasajes del Nuevo Testamento convencerá a los lectores de que el Espíritu Santo, no solo no es la tercera persona de la Trinidad sino que ni siquiera es una persona distinta. Pero el paráclito profetizado por Jesús sí que es una persona distinta. Esta diferencia fundamental entre ambos es, por consiguiente, un argumento decisivo contra la hipótesis de que son una y la misma persona. 
                                
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