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222el profeta muhammad en la biblia«Yo acudiré al Padre, y Él os enviará otro mensajero cuyo nombre seráPeriqlytos para que pueda permanecer con vosotros para siempre». Con las palabras en cursiva añadidas, se restaura la modestia robada a Jesús (que la paz sea con él) y se identifica la naturaleza del periqlytos. Ya hemos visto que periqlytos no es el Espíritu Santo, esto es, una persona divina, Gabriel o cualquier otro ángel. Queda por demostrar ahora que perqklytos no podría ser un consolador ni un defensor intercesor entre Dios y el ser humano. 1. El periqlytos no es el «consolador» ni el «intercesor». Ya hemos explicado detalladamente la imposibilidad material de descubrir el menor significado de «consolación» o «intercesión». Jesús no emplea paraqalon. Además, incluso desde un punto de vista religioso y moral, la idea de consolación e intercesión es inadmisible. a) La creencia de que la muerte de Jesús (que la paz sea con él) en la cruz redime a los creyentes del castigo del pecado original y que su espíritu, gracia y presencia en la eucaristía estarían para siempre con ellos, hace que no necesiten para nada ni la consolación ni la llegada de un consolador. Por otra parte, si necesitaban a ese confortador, entonces, todas las presunciones y pretensiones cristianas acerca del sacrificio del calvario se derrumbarían. De hecho, el lenguaje de los Evangelios y de las Epístolas indica, explícitamente, que la segunda venida de Jesús (que la paz sea con él) sobre las nubes era inminente (Mateo 26:28; Marcos 9:1; Lucas 9:27; 1 Juan 2:18; 2 Timoteo 2:1; Tesalonicenses 2:3; etc.).b) La consolación nunca puede restituir lo perdido. Consolar a un hombre que ha perdido la vista, la riqueza, el hijo o cualquier situación de ventaja no puede restaurar ninguna de esas pérdidas. La promesa de que un consolador sería enviado por Dios tras la partida de Jesús (que la paz sea con él) indicaría el colapso de toda esperanza en el triunfo del Reino de Dios. La promesa de un consolador indica luto y lamentación y llevaría, naturalmente, a los apóstoles a la decepción, si no a la desespe-